un sábado de julio... un sábado de agosto
y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. (Génesis 2:2) Un sábado de julio Madrugada : Otra noche difícil para mi padre. A pesar de su dosis de Restoril y Xanax, despertó a la una de la madrugada con un grito hondo, desesperado, seguido por incontables ayes susurrados. Así estaba cuando llegué a su dormitorio. La cuidadora lo acomodaba, lo acariciaba, le hablaba en voz baja con su boca muy cerca del oído. Él parecía no escucharla ni sentir las caricias de aquellas manos samaritanas que intentaban aplacar su incomodidad. Tomé el lugar de Tina, junto al lecho de mi padre. Pasé mi mano por las hebras del cabello anciano. Pedí su bendición. Contestó con un suspiro, no sé si de respuesta, de queja o de cansancio. Le hablé de lo mucho que lo amo, de lo importante de su ejemplo en mi vida a través de los años. Le hablé del infinito amor del Dios que junto a mi madre me mostrara desde niña. Le hablé de mis libros, de