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Mostrando entradas de abril, 2008

El sabio de la familia

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Ivanga tiene tres años. No besa a todo el mundo, como hace su hermano Miguelángel. Puede que te tire una trompetilla si no le agradas. No quiere ganarse un concurso de Bebé Simpatía. Dice que Dios vive dentro de él. Se señala la barriguita (que en una persona tan pequeñita quiere decir el corazón – imagino yo) y dice “aquí adentro”. Mientras viaja en mi guagua me pregunta ¿qué es eso achul? (queriendo decir azul) ¿Esto? le pregunto, mostrándole cualquier cosa. ¡No!, eso que esta detrás del pollito. Miro al pollito que me pintó y que guardo dentro de la visera, no veo nada “achul” detrás de él. ¿De qué me hablas, mira que puedo chocar si no atiendo al frente. “Fijate que sí , que es al frente, es eso que Dios pintó de achul”. ¡Ah! ¿te refieres al cielo, mi vida? ¡Sí el cielo es achul! Sentenció serio y con sus ojotes marrón avellana bien abiertos. Sonreí ante su sabiduría. No está seguro de cómo lo llamamos acá en la tierra, pero sabe Quién lo hizo.

Mi bella genio: Angélica Negrón

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A los cinco años comenzó a tocar piano, el violín a los seis. Su primer violín era un tercio, sus manitas eran demasiado pequeñas para usar el corriente. El famoso lutier Agapito Acosta confeccionó su quinto violín, un honor reconocido por todo músico formal. Se graduó del Conservatorio de Música con el honor de Suma Cum Laude y fue Maestra de Teoría y Solfeo en el mismo Recinto. Actualmente estudia composición en NYU, donde se ha destacado en todos los cursos. El próximo mes de julio participará en el programa de verano que ofrece la Alianza Europeo-Americana en la École Normale de Musique en París. Su pieza "Columpio" se encuentra entre las finalistas del Uncaged Toy Piano Competition. Y ahora hablaré de ella. Le gusta Bjork, Almodóvar, la ropa de Agatha Ruiz de La Prada, los mariscos y el pollo a la plancha. Una chica normal. Hija de una familia normal, cuya prioridad son los niños. Su abuela es madre de nueve hijos que le han dado el regalo de diecisiete nietos.

El dia que el Mar se levantó

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Algo extraño sucedía. Si hubiera creído en vampiros juraría que uno de ellos me rondaba. Viajaba con las ventanas abiertas. La atmósfera se sentía cargada. Casi no había autos en la carretera a pesar de que eran escasamente las nueve de la noche. Parecía que algo estaba a punto de suceder. Mi piel erizada absorbía la electricidad por cada poro del cuerpo. Respiraba diferente. Me sentía vibrar. Llamé a Karla preocupada. Son las olas, me dijo, cerraron la carretera de la playa. No me tranquilizó su contestación. Me encontraba a por lo menos quince minutos de la costa. No creí que lo que sentía tuviera relación con aquel fenómeno que la naturaleza nos mostró. Después vi las fotos.