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Mostrando entradas de febrero, 2016

La Mujer Maravilla

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Ada Ninfa Miranda es la hija mayor de mi padre. Es la hermana que casi nunca se ve con los ojos del cuerpo, pero que está ahí, amando, constante, creyendo, sin descanso; insuflando su aliento, sanador de cuerpos y de almas. Once años atrás su padre sufrió un derrame cerebral   mientras él mismo calentaba la avena mañanera. Lo dieron de alta de un bochornoso hospital mientras sufría un infarto cardíaco. Lo desahuciaron de otro insensible hospital cuando quisimos posponer que le insertaran un tubo para alimentarlo. Ambas hijas lo amamos. Yo me fui a una esquina a llorar sin consuelo, la niña frágil, a punto de ser vencida.  Las superheroínas no funcionan así. Ada Ninfa Miranda llegaba cada mañana a relevar las noches del que se hubiera amanecido con él junto a su lecho de hospital. Con la paciencia de quien tiene todo el tiempo consigo, le acercaba a la boca anciana una cuchara colmada de caldo, de leche o de suplemento líquido… aunque fuera eso lo que podía tragar: una